Runaway train – Una cita a ciegas con Budapest

Era fin de semana de Pascuas. El tren que tomé en Viena salió de Frankfurt y terminaba en Budapest Keleti. Entre la época del año y tantas ciudades recorridas, me parecía estar viajando en el Roca ramal Alejandro Korn – Constitución un lunes a las 8 de la mañana. Ese tren era un infierno de gente, de valijas, apenas me podía mover en mi asiento que con buen tino había reservado de antemano. Después de dos horas y pico de viaje, cuando estaba por llegar a la estación, a mi vecino de asiento le suena el celular y tenía el ringtone de «Runaway Train» de Soul Asylum, tema bastante furor en los ’90. Me dió gracia ¡a dónde nos íbamos a escapar si ya estábamos llegando!

Precisamente fue en los ’90, en el secundario, cuando mi curiosidad sobre Budapest se había despertado. Tenía una compañera que hacía tiro en el Tiro Federal y una vez fueron a un torneo en la República Checa y aprovecharon para hacer el clásico Praga – Viena – Budapest. No tenía ni idea que había para ver o hacer pero sabía que algún día iba a ir. Algún tiempo después viendo una película, descubrí el Puente de las Cadenas y tuve un panorama más claro de lo que me podría llegar a esperar en aquella ciudad. Y cuando finalmente planifiqué mi viaje al centro-este de Europa, Budapest fue destino obligado. Además, tenía la secreta ilusión de descubrir la época soviética en cada rincón. Ilusión que me acompañó en mi primer aventura por parte del Este de Europa. Pero había una cuestión: de todo mi recorrido, Budapest era la ciudad de la que menos sabía. Asique me preparé para una cita a ciegas.

El Castillo de Buda

El Castillo de Buda

Si empiezo de atrás para adelante, digamos que la cita no salió como esperaba. Budapest es hermosa ¿quién lo va a negar?. Pero lo cierto es que no pegamos mucha onda. Sentí que salí con ese pibe re-lindo físicamente pero con el que no tenés mucho de qué hablar. No hubo pasión como con Berlín ni mucho menos el amor incondicional que le profeso a Belgrado. La gente me pareció bastante hosca -no generalizo por supuesto- el idioma totalmente extraño e inentendible (aunque confieso que amé la palabra kerület (?) que significa «distrito», como el arrondissement parisino), me pareció un mal signo el no ver a un solo gitano, la rabia me invadió cuando ví la estatua de Ronald Reagan, la temperatura me iba subiendo cuando supe del monumento que el gobierno quería levantarle al Almirante Miklós Horthy (aliado de Hitler) y ahí si, casi rompo todo cuando me enteré que todas las estatuas de la época soviética están en una especie de museo al aire libre llamado Memento Park, lo cual me pareció primero una falta de respeto a la historia (por mala que haya sido) y segundo un curro infernal de pies a cabeza, ah si, porque encima te cobran para entrar. Me negué a ir, me quedaría con las ganas de verlas pero lo sentí como una estafa en todo sentido. No se, tal vez exagero.

El único monumento de la época soviética que queda en la ciudad

El único monumento de la época soviética que queda en la ciudad

Aún así, la remamos. Es una ciudad hermosa y me pareció particularmente fotogénica. Lo primero que hice después de dejar los bagallos en el hostel fue ir a ver el Puente de las Cadenas. Atardecía y estaba nublado y como quería verlo de noche, aproveché y me fui hasta la Vörösmarty tér a comer goulash en unos puestos de comida que ya había fichado en el camino de ida. Había muchisima gente por todos lados y la atmósfera parecía particularmente alegre. En mi camino de vuelta, mi cansancio sólo soñaba con los famosos baños termales de la ciudad.

Monumento a Imre Nagy

Monumento a Imre Nagy

Budapest es una ciudad grande y las atracciones más importantes pueden estar en puntos opuestos de la ciudad, por lo que el transporte público es de uso casi obligado, incluso para mi que trato de no usarlo cuando viajo. El único que usé, la red de subterráneos, es buena pero parece el servicio militar: no zafas nunca de que chequeen que hayas pagado el boleto. Si anduvieron por países como Suiza, Alemania o Austria van a notar la diferencia en los controles. No es que uno tenga la intención de no pagar, pero me parecieron exageradamente estrictos y hasta maleducados, incluso un domingo subieron al vagón que yo estaba y bajaron de muy mal modo a una señora que no tenía el boleto.

Tranvía frente al Parlamento

Tranvía frente al Parlamento

La caminé muchísimo. Desde parte de la Avenida Andrassy (que facha tenía este señor… dicen las malas lenguas de la historia que era amante de la Emperatriz Sissi) hasta el Bastión de los Pescadores. Son sólo 4 km pero hay que hacer los desvíos correspondientes en la Catedral de San Esteban, en la Plaza de la Libertad (donde se encuentra el único monumento soviético en honor a los caídos en la guerra y de forma perversa, atrás de él, la estatua de Ronald Reagan) y el Parlamento Húngaro uno de los edificios mas hermosos y originales de Europa. Caminando por la orilla del Danubio hacia el Puente de las Cadenas te encontrás con los famosos zapatos homenaje a las víctimas del Holocausto. Mirar el otro lado de la ciudad desde la orilla del río es el mejor pasatiempo que deben tener locales y foráneos. Pero había que cruzar el puente e ir al Castillo de Buda, ya basta de mirarlo de lejos. Puede subirse caminando o con el funicular que la verdad no es nada caro. Elegí la segunda opción. Ahí arriba, además de una vista privilegiada están el Castillo y el Palacio Presidencial. La zona del Castillo pertenece al I. Kerület y siguiendo por la calle de adoquines se llega a la Iglesia de San Matías y al Bastión de los Pescadores, desde donde se puede bajar de vuelta a la orilla del río caminando por un barrio hermoso y tranquilo, donde se perdían las multitudes del domingo de Pascua.

Los zapatos homenaje a las víctimas del Holocausto

Los zapatos homenaje a las víctimas del Holocausto

Cruzando el Puente de las Cadenas

Cruzando el Puente de las Cadenas

El Bastión de los Pescadores

El Bastión de los Pescadores

Dicen que el cuerpo habla y el mío era un libro abierto. No paraba de perdirme descanso, preferentemente en aguas termales asique me tomé el subte hasta Széchenyi fürdő, los baños termales más famosos de Budapest, tal es así que tiene su propia estación de subte. Es asquerosamente barato y está buenísimo. El locker para guardar las cosas y el acceso irrestricto por el día sale alrededor de 13 Euros. Era mi primera vez en unas termas y aunque fui sola la pasé bárbaro. En una de las piletas hay un remolino que no te deja parar y no podes controlar la risa incluso con gente que ni siquiera conoces. Además de relajarte, tenés la increible vista del edificio con su amarillo característico. Hay muchos otros baños termales en la ciudad pero este es el más famoso.

Baños termales

Baños termales

Un lindo negocio en la cuadra del hostel

Un lindo negocio en la cuadra del hostel

Al llegar desde la imperial, perfecta Viena y después salir para la tan esperada Belgrado, Budapest fue como una ciudad de transición. Ahora que ya nos vimos, que nos conocimos y a pesar de que nuestra cita no salió como se esperaba, sabemos cómo volver a encontrarnos. Tal vez algún día nos demos una segunda oportunidad para conocernos mejor y quien sabe, podamos hablar sin parar mirando el Danubio.

El Parlamento Húngaro a orillas del Danubio

El Parlamento Húngaro a orillas del Danubio

ALGUNAS COSAS QUE ME SIRVIERON…

  • Si vas a Budapest desde Viena (y no usas Eurail) comprá el pasaje online a través de la página de los Ferrocarriles Austríacos (ÖBB). En la sección SparSchiene hay ofertas especiales a toda Europa, buscá Hungría y comprás. En mi caso me mandaron al mail un código con el que luego retiraba el pasaje y la reserva (no te olvides de comprar la reserva de tu asiento, por otros testimonios que tengo, ese tren viaja llenísimo no importa la época). En Viena, en la estación Wien Meidling, hay unas máquinas donde al introducir el código, te da el pasaje y la reserva. no te vayas sin los dos tickets.
  • En el subterráneo, si ves que las boleterías están cerradas como cuando yo llegué, buscá al personal del subte que te vende los tickets. No viajes sin el ticket o serás sometido al escarnio público y luego degollado en la plaza más cercana.
  • Hay supermercados abiertos hasta muy tarde o las 24 horas.
  • Si les sirve el dato, estuve en el hostel de la cadena Wombats. Es una cadena de hostels que están buenísima, tiene buenos precios y podes encontrarla en Munich, Berlín, Viena, Budapest y Londres. Tiene desayuno a 4 euros pero es «all you can eat» y tiene muchísima variedad de cosas como para zafar el almuerzo. Menos el de Londres, conozco todos y hay un pequeño truco: cuando te vas, le decís a la/el de la recepción que vas al Wombats de (por ejemplo) Berlín y pedile el cartón con el sellito. Eso, cuando llegas al otro hostel Wombats, lo canjeas por un desayuno o por alguna bebida en el bar. En Viena existen tres hostels Wombats, yo estuve en el «Am Naschmarkt» que es el mejor ubicado (a dos cuadras del subte y a unas pocas de la zona del Ring) y el que tiene mejores críticas. El de Budapest está a tres cuadras del subte (estación Deák Ferenc ter, un punto neurálgico donde convergen tres líneas) sobre una calle bastante concurrida y muy linda donde hay un supermercado abierto las 24 horas.

UNA PELÍCULA…

«An American Rhapsody» es una película de Eva Gardos, una descendiente de húngaros, con una Scarlett Johansson adolescente que queda al ciudado de una familia húngara cuando sus padres se exilian en Estados Unidos, donde tiempo después llega. Cuando crece, necesita volver a sus raíces y viaja a Budapest en la época comunista. Si bien es una clásica película de Hollywood donde Estados Unidos es el país de la libertad, las imágenes de Budapest son muy lindas y fue la que mencioné con la que conocí el Puente de las Cadenas.

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